martes, 12 de junio de 2012

La persona Cuidadora Acompañamientos a Personas Mayores Dependientes Irun Hondarribia Guipuzcoa Gipuzkoa

La persona Cuidadora Acompañamientos a Personas Mayores Dependientes Irun Hondarribia Guipuzcoa Gipuzkoa
 
 
 
Cuidar de una persona mayor dependiente es una experiencia que merece ser valorada y reconocida. En primer lugar, porque la ayuda de la persona cuidadora muchas veces es indispensable para que la persona mayor tenga cubiertas sus necesidades físicas, sociales y afectivas. En segundo lugar, porque cuidar a una persona dependiente implica una dedicación muy importante de tiempo y energía, y supone realizar tareas que muchas veces no son agradables ni cómodas.

Además, en la mayoría de las veces la persona cuidadora no estaba preparada ni tenía previsto tener que hacerse cargo de una persona dependiente. Aunque existen personas formadas que se dedican profesionalmente al cuidado de personas dependientes, a los que se conoce como "cuidadores formales", también son muchos los familiares que asumen esa tarea. Hijas e hijos, hermanas y hermanos, nueras y yernos suelen convertirse en un día para otro en cuidadores de un mayor dependiente. Las estadísticas señalan con claridad que son las mujeres las que asumen esta tarea en más del 80 por ciento de los casos.
  
 
       

¿Qué factores intervienen en la experiencia del cuidado?

Cada experiencia es diferente porque está condicionada por muchas situaciones. Por ejemplo, la experiencia no será igual si la persona decide cuidar a su familiar por voluntad y afecto que si lo hace empujada por la obligación familiar; tampoco será igual si tenían una buena relación previa que si se llevaban de mala manera; también influirá el hecho de que la persona cuidadora asuma el cuidado casi de forma exclusiva o se vea apoyada y ayudada por otros familiares que compartan la tarea.

La persona cuidadora debe saber que se enfrentará a una experiencia que le cambiará la vida. Por un lado, el hecho de ayudar a una persona dependiente, que necesita de la ayuda de otro para desarrollar su vida, puede aportarle muchas satisfacciones y sensaciones positivas. Pero, al mismo tiempo, la tarea de la persona cuidadora no siempre es reconocida y valorada en su justa medida, y en algunos casos puede aflorar una sensación de ingratitud o de dejarlo todo sin recibir todo lo que uno quisiera a cambio.